Tokyo y alrededores. JAPÓN

"Tokyo fue una experiencia alucinante, el momento del viaje en el que estuvimos al máximo, sin dudas. Eran tantas las cosas para hacer y tantas las ganas de hacer todo, que después de un buen rato de planificación salió el itinerario para esos días" describe Lali en sus apuntes.

[ Peatonal Takeshita Dori. Tokyo ]
Del gran número de obras a visitar mencionamos, en cuanto a espacios públicos verdes, el parque Yoyogui sugerido fundamentalmente los domingos ya que es cuando los locatarios acuden a hacer picnics, practicar deportes y también, aunque no logramos verlo, donde las múltiples y heterogéneas tribus urbanas se reúnen.

Omotesando es el nombre de la avenida de la moda, restaurantes y boutiques de las principales marcas internacionales, un área heterogénea, de construcciones predominantemente bajas.

La avenida en si misma tiene una cuantiosa cantidad de obras que ya traemos vistas desde facultad. Una de las tantas es la Tienda Prada de Herzog & De Meuron dispuesta, a diferencia de las demás edificaciones que flanquean dicha arteria, utilizando solo parte del área del terreno creando un espacio público. Algo prácticamente inexistente debido al alto costo de la tierra. La tienda se caracteriza por una envolvente de vidrios romboidales cóncavos, convexos y planos, algunos transparentes, otros  translúcidos generando un particular juego de los reflejos y deformaciones visuales. 


[ Tienda Prada. Herzog & De Meuron. 2003. Tokyo ]


Próxima a ésta se encuentra la animada y dinámica peatonal Takeshita Dori, lugar de las tiendas adolescentes, colmado de gente joven y música, muy muy entretenido.


También, la zona sur de Omotesando a la altura de Cat Street, es excelente para caminarla y recorrer sus callejones, más aún por la noche. Viviendas, bares, restaurantes, tiendas, la HHStyle de Sejima & Asociados, la Carina Store, entre tantas otras obras.


[ Carina Store. Kazuyo Sejima & Asociados. 2009. Tokyo ]


En la parte norte de esta principal vía encontramos un pasaje, un espacio ecléctico entre edificaciones que momentáneamente te desvincula de los bullicios constantes. Commune 246, es el nombre del lugar. Allí se disponen múltiples puestos de comida, bebidas, música y demás. Este sitio se encuentra por Aoyama Dori a una cuadra y media de la Avenida Omotesando, al lado de la parada de buses Omotesando Station. 


[ Commune 246. Tokyo 
]


Cerca de allí, un tanto escondido se emplaza Sunny Hills, una edificación cuyo uso de la madera se basa en un método tradicional japonés llamado Jiigoku-Gumi donde piezas verticales y transversales de la misma anchura se entrelazan entre sí formando una cuadrícula. Por un instante, al divisarla desde el exterior, y en el interior si se quiere también, aparenta una nube de madera.

[Sunny Hills. Kengo Kuma. 2013. Tokyo ]


A pocas cuadras al sur, se encuentra una intersección de 6 calles catalogada como el cruce más congestionado del mundo según algunas fuentes. Una zona altamente dinámica en constante cambio. Uno de los docentes que nos acompañó en el viaje nos transmitió que las tres veces que visitó Shibuya le costó reconocer el lugar dada la cantidad de transformaciones que sufrió pero nos aseguró que particular energía sigue siendo la misma.

[ Cruce Shibuya. Tokyo. Foto: Lali Cabrera]

La zona de Chuo, proxima al Río Sumida tiene diversos atractivos, entre ellos el Mercado De Pescado Tsukiji, uno de los más grandes del mundo. Abre en la madrugada para que un número limitado de visitas contemplen la substas, si mal no recordamos. Desafortunadamente, por el toque de queda que goza el hotel que nos tocó alojarnos, llegamos recién próximo a las 9 de la mañana. Afortunadamente un japonés que trabaja allí se apiadó de nosotros y nos hice una recorrida fugaz sin paradas hasta que la policía nos invitó a retirarnos amablemente pidiéndonos disculpas! Algo que únicamente sucede por estas latitudes. Aparenta un poco caótico pero es muy pintoresco y entretenido. 

Mencionamos además, próximo al mercado, la emblemática y muy venida a menos Torre Nagakin. Ya nos habían advertido su estado pero por quisimos contemplarla igualmente. 

[ Mercado de Pescado Tsukiji. Tokyo ]


En las afueras de Tokyo visitamos, entre varias obras, la famosa Casa Na con sus variantes de espacios, dife­rentes escalas, recorridos y delgada estructura.                                                
Al llegar, luego de sacar unas cuantas fotos desde la vereda y antes de definir si golpeábamos la puerta aclamando que alguien nos dejase ingresar, sale el dueño de la casa. Muy intranquilo nos transmitió que año a año tiene el mismo problema con los estudiantes de Uruguay. Manifestó también que hace un tiempo que tiene múltiples inconvenientes con los vecinos porque los simpatizantes de la arquitectura invaden el espacio en las veredas que no pertenece al área pública (algo que posteriormente notamos que los japoneses respetan mucho. Prácticamente inentendible para los uruguayos). Acto seguido, el propietario nos delimitó un área en la acera en la que podíamos tomar fotos sin hacer alboroto, algo que en cuestión de segundos luego de marcharse, se rearmó al estilo Charrúa.

 
[ Casa Na. Sou Fujimoto. 2012. Tokyo ] 


Un día hicimos 500 kilómetros en nuestro querido Shinkansen hasta el Museo Kanazawa de arte contemporáneo.  La obra, ubicada en el sector más bajo del terreno, es un cilindro de cerramientos transparentes que genera una continuidad visual y una relación exterior-interior a través del paisaje. Dentro comprende una sumatoria de espacios independientes y patios de múltiples alturas y dimensiones donde el espacio de circulación es protagónico, fomentando las experiencias individuales durante el recorrido.
Una de las obras permanentes expuestas es la del argentino Leandro Erlich. Mediante un juego de asociaciones del inconsciente, el artista logra una obra que puede ser presenciada tanto desde el interior como del exterior, retroalimentándose.

[ The Swimming Pool. Leandro Erlich. Museo Kanazawa. SANAA. 2004. Kanazawa ]

Una obra memorable fue la biblioteca y museo Musashino inserta en un campus universitario. Si bien la biblioteca pareciese una estantería infinita tanto al exterior e interior, nos resultó como con aspecto de despojada por cómo estaban distribuidos los libros.  Mencionamos que allí nos encantó el sistema operativo de búsqueda, sugerencias de lecturas, préstamos de libros y demás, así como también los dispositivos para transportar los libros seleccionados que luego se transforman en silla con mesa o en banco. Asimismo existen, dispersos por la biblioteca, múltiples copias de mobiliarios diseñados por artistas y arquitectos célebres que se pueden utilizar, como por ejemplo la Silla Barcelona de Mies Van de Rohe, la Silla Roja y Azul de Gerrit Rietveld, entre tantas otras.


Frente a la biblioteca hay, debajo de un salón comedor donde por cierto los menúes son ricos y baratos –está todo en japonés pero los estudiantes y los que sirven te ayudan aunque no sepan una gota de inglés-, una papelería de diseño y arquitectura. Una perdición para el estudiante de arquitectura!

[ Museo y Biblioteca Musashino University. Sou Fujimoto. 2010. Tokyo ]


Por recomendación de una compañera que viajó el año pasado, la misma que nos recomendó el museo Teshima, visitamos el Jardín de Infantes Fuji.
Para asistir hay que llenar un formulario en la página web para que te den fecha y hora https://fujikids.jp/access/ . Como ya estábamos sobre la fecha, afortunadamente, Erika la recepcionista del Youth Hostel en el que nos alojábamos que afortunadamente habla español, no ayudó con la reserva por teléfono.


El jardín de infantes Fuji Kids es uno de los mejores sitios de enseñanza de los que hemos estado, tal vez el mejor. Según lo que nos explicaron, el niño japonés nace en un mundo tecnológicamente automatizado, donde los sensores de movimiento activan intenciones y la diversión está preestablecida en las videoconsolas. En este lugar, se les enseña el funcionamiento de las cosas cotidianas, desde el encendido de la luz hasta abrir una canilla y determinar cuándo cerrarla.
La obra es un cilindro hueco construido principalmente de madera. El techo es el patio de recreo donde únicamente tienen árboles, redes e imaginación a desarrollar. Asimismo, cuentan con un mástil para la bandera ubicada en el patio que forma que también hace de reloj solar, varios animales y huerta.
Mencionaron también que cada niño viste en su gorro una fruta en función del barrio en el que vive y del bus escolar identificado el mismo símbolo.

El edificio intenta ser tenue, sutil para dar más importancia a los árboles. Mencionamos además que no existen muros entre las clases sino paneles móviles que determinan el espacio y la permeabilización con el exterior en función de la actividad.

Un lugar increíble del que se aprende muchísimo. Totalmente recomendable.

[ Fuji Kindergarten. Tezuca Architects. 2007. Tachikawa ]


Nuestro ultimo día en Japón visitamos el museo diseñado por Ryue Nishizawa, dedicado especialmente a la obra del artista japonés Hiroshi Senju, conocido por sus grandes pinturas inspiradas en cascadas.

La ciudad de Karuizawa es una de las más bonitas, paisajísticamente hablando. En la estación de tren se promociona un turismo de lagos y bosques que nos hizo rememorar al Parque Yosemite en E.E.U.U. De haber sabido lo bonito que es el lugar nos hubiésemos quedado una noche allí.

La obra aprovecha la pendiente natural del terreno para su circulación y darle forma a la cubierta. Asimismo perfora en algunos puntos en ella para generar patios ajardinados de múltiples especies que se transforman en el correr del día y a lo largo de las estaciones.  Luego de un buen rato contemplando el espacio, apreciamos la bien lograda interacción entre el espectador, la obra de arte y el entorno.



[ Museo Hiroshi Senju. Ryue Nishizawa. 2011. Karuizawa ]



Un final fantástico y un tanto melancólico para este Japón que muy bien nos supo recibir y del que nos fuimos con muchas ganas de alguna otra vez en la vida, volver a visitarlo.

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