Ese día por la mañana habíamos visitado el Hollywood Sign y the Walk Of Fame en Los Ángeles, los que nos habían dejado con bastante sabor a poco, tal vez a nada.
Por un tema de intereses, disponibilidad de autos y pérdida de tiempo con los estacionamientos terminamos en el Pan Pacific Park donde se encuentra el Museum Of The Holocaust esperando que unos amigos volviesen de un show.
Quedamos aguardándolos disfrutando del calor del sol, descansando y contemplando una cantidad de perros corriendo junto con sus dueños.
Pasado un rato, se sentó a nuestro lado un grupo de señoras con quienes, perros de por medio, nos pusimos a conversar.
Obviamente en un punto de la charla surgió la anécdota del motivo del viaje y cómo se organiza, lo que resultó algo inconcebible para ellas.
Una de las que mostró más interés e incredulidad fue Candace Culp que se quedó junto con nosotros y sus dos perros, aún luego de que el grupo del que venía acompañada se había marchado.
Con gran entusiasmo y efusividad llamó a su hija para contarle nuestra historia, así como también nos hizo recomendaciones varias sobre lugares a visitar en Los Ángeles, nos pasó el contacto de un amigo arquitecto, hablamos sobre sus estudios, sobre su hija, sus perros y un sinfín de temas más.
Entre medio de una de las charlas, comentando sobre las viviendas que pretendíamos visitar, ella recordó que una vieja amiga suya, Roberta, trabaja en una casa que nos podría llegar a interesar. Inmediatamente llamó a su amiga para preguntarle si podíamos ir al día siguiente de visita, a lo que le respondió que nos contactásemos con ella al día siguiente a las 10 de la mañana para consultarle la dirección y el horario en el que podíamos ir. También preguntamos, un poco desconfiados, cuánto saldría la recorrida, a lo que nos contestó que sería gratis pero que tuviésemos una atención con su amiga.
Con gran entusiasmo y sin poder creer lo sucedido nos despedimos de Candace con la cual quedamos en contacto para el resto del viaje.
Esa noche fue de idas y venidas hasta la madrugada porque habían 3 obras que queríamos visitar: Casa Eames, Salk Institute y la casa de la amiga de Candace; incompatibles todas en el tiempo que nos restaba por lo que había que votar y sacrificar por lo menos una de ellas.
Sabiendo que era en vano, le enviamos por la noche un mail a la casa Eames solicitando que nos modificasen, para la mañana del día siguiente, la reserva que teníamos hace semanas agendada para dos días más adelante; ya que solo así podríamos hacer todo.
Como era de esperar, la Eames no nos respondió y finalmente nos dividimos en dos equipos: unos irían a San Diego al Salk Institute y los otros irían a la casa de la amiga de Candace y a visitar obras por Los Ángeles; al otro día iríamos todos juntos a la Eames.
A las 10 de la mañana llamé a Roberta, quien muy amablemente me atendió, me dijo que la casa nos iba a encantar, que estaba muy contenta con nuestra visita, me reiteró que no tendríamos que pagar nada y me pasó la hora a la que debíamos de arribar y la dirección.
Nos despedimos con pena del resto del equipo porque sabíamos lo mucho que querían ir. Partimos con calma hacia Santa Mónica, haciendo tiempo para en la tarde ir a la casa de la amiga de Candace.
Pasados los cinco minutos de viaje nos llega un mensaje de los amigos que iban rumbo a San Diego: "nos respondieron de la Eames que vayamos en una hora. Vamos todos para allá"
Casualidades si las habrá, la amiga que envió el mail dejó encendido el wifi en su tablet y al pasar por un comercio, la tablet se conectó a internet y cayó el mail de la Casa Eames.
Luego de una gran mañana en dicha vivienda, súper contentos de haber podido finalmente conocerla y además poder hacer todo juntos, salimos con el GPS hacia la ubicación que nos pasó Roberta: Beverly Hills.
En el punto más alto de la colina, donde se terminaba la calle, encontramos el portón de la casa. Habíamos llegado a la casa Sheats Goldstein, vivienda del billonario James F. Goldstein fanático de la NBA, popularmente conocida por ser donde se filmaron las películas Los Ángeles de Charlie y El Gran Lebowsky, además de diversas publicidades y eventos.
Con chocolates y vino en mano, cual primera cita, fuimos en busca de Roberta, quién con una cálida bienvenida nos recibió en su despacho. Grata e inesperadamente, haciéndonos sentir como en casa, nos hizo una extensa visita por toda la vivienda que además incluía la feliz autorización de tocar todo y la demostración de cuanto artefacto tecnológico hubiese.
Ella nos transmitió que la vivienda la diseñó el arquitecto John Lautner, discípulo de Frank Lloyd Wright en el año 1963 para la familia Sheats.
El actual propietario la compró casi 20 años después y contrató al mismo arquitecto para realizar remodelaciones y ampliaciones. Al fallecer el arquitecto, el proyecto pasó a manos de Duncan Nicholson quien hoy sigue realizando ampliaciones de la misma.
Tras atravesar un puente vidriado sobre un estanque con carpas abordamos la sala de estar cuyo singular artesonado del techo junto con las diversas perforaciones aleatorias le otorgan al espacio una singular ambientación, simulando las luces y sombras del sol a través de la vegetación.
Esta sala continúa hacia la terraza con piscina y fue escenario donde fueron filmadas algunas escenas de las películas mencionadas previamente.
[ Terraza y Sala de Estar. Sheats Goldstein Residence. Foto: Lali Cabrera ]
Pasamos luego por el comedor y la cocina, flanqueados por el patio interior por el cual accedimos y por el jardín tropical al exterior.
El Pollo, quien se entrometió a abrir la heladera, se decepcionó al solo encontrar champagne y uvas. "Obvio, no cocina" fue su frase fúlmine.
[ Cocina. Sheats Goldstein Residence. Foto: Lali Cabrera ]
Descendiendo llegamos al dormitorio principal donde hay una notable e impresionante vista hacia el valle de Beverly Hills sobre una esquina sin pilar la que, botón de por medio, pareciese simular una terraza techada ya que dicho accionar desplaza los vidrios existentes. Contemplamos también las pequeñas aberturas por las que se divisa el interior de la piscina que acabábamos de visitar. Esto último, por lo que nos contó Roberta, forma parte del diseño original y se concibió para que los propietarios anteriores pudiesen observar a sus hijos dentro de la misma mientras trabajaban en su estudio (actual dormitorio de James F. Goldstein)
[ Dormitorio principal. Sheats Goldstein Residence. Foto: Lali Cabrera ]
Posteriormente transitamos por el particular jardín diseñado por Eric Nagellman el cual posee la mayor extensión y diversidad de flora tropical de Los Ángeles. Algo destacable fue el particular comentario de Roberta sobre el transporte vía helicóptero de cada una de las palmeras que lo componen.
[ Jardín. Sheats Goldstein Residence. Foto: Lali Cabrera ]
Más adelante, debajo de la vivienda, inesperadamente ingresamos a una particular habitación; un espacio diseñado por el artista James Turrell (conocido también como el artista de la luz) denominado Sky Box. Por lo que nos transmitió nuestra guía, una de las funciones de dicha obra es poder contemplar el amanecer y el atardecer.
Además, existe un show de luces y sonido un tanto psicodélico que Roberta nos enseñó ya que dado el momento del día, no podíamos ver dicho espectáculo natural.
[ Sky Box. Sheats Goldstein Residence. Foto: Lali Cabrera ]
Finalizando la recorrida ascendimos al punto más elevado de la vivienda donde se ubica una cancha de tenis infinita con vista a la ladera de Beverly Hills y a gran parte de Los Ángeles. Se la denomina de este modo ya que parece estar suspendida en el aire. Roberta nos comentó que ese espacio se contrata para eventos diversos, acto seguido mencionó, con gratos y variopintos pormenores, que unas semanas atrás la cantante Rihanna había festejado su cumpleaños allí.
[ Cancha de tenis. Sheats Goldstein Residence. Foto: Lali Cabrera ]
Por último nos enseñó la ampliación que están llevando a cabo y nos mostró la maqueta y algunos renders que enseñan la vivienda finalizada.
Relativo a nuestra consulta sobre si existen visitas guiadas a la casa mediante reserva previa nos respondió que no; que esta oportunidad había sido una ocasión especial y extraordinaria acontecida por el llamado de su amiga Candace, pero que Goldstein tiene la intención de, el día que ya no la habite, abrir la obra como museo.
Luego de despedirnos de Roberta y de haberle agradecido una y otra vez por su gesto, nos volvimos con una sensación de felicidad infinita, extasiados por completo y entre risas y aplausos, aún sin poder creer todo lo que había sucedido.
A Roberta y a Candace, de parte de todos, un gigantesco GRACIAS.
Sabiendo que era en vano, le enviamos por la noche un mail a la casa Eames solicitando que nos modificasen, para la mañana del día siguiente, la reserva que teníamos hace semanas agendada para dos días más adelante; ya que solo así podríamos hacer todo.
Como era de esperar, la Eames no nos respondió y finalmente nos dividimos en dos equipos: unos irían a San Diego al Salk Institute y los otros irían a la casa de la amiga de Candace y a visitar obras por Los Ángeles; al otro día iríamos todos juntos a la Eames.
A las 10 de la mañana llamé a Roberta, quien muy amablemente me atendió, me dijo que la casa nos iba a encantar, que estaba muy contenta con nuestra visita, me reiteró que no tendríamos que pagar nada y me pasó la hora a la que debíamos de arribar y la dirección.
Nos despedimos con pena del resto del equipo porque sabíamos lo mucho que querían ir. Partimos con calma hacia Santa Mónica, haciendo tiempo para en la tarde ir a la casa de la amiga de Candace.
Pasados los cinco minutos de viaje nos llega un mensaje de los amigos que iban rumbo a San Diego: "nos respondieron de la Eames que vayamos en una hora. Vamos todos para allá"
Casualidades si las habrá, la amiga que envió el mail dejó encendido el wifi en su tablet y al pasar por un comercio, la tablet se conectó a internet y cayó el mail de la Casa Eames.
Luego de una gran mañana en dicha vivienda, súper contentos de haber podido finalmente conocerla y además poder hacer todo juntos, salimos con el GPS hacia la ubicación que nos pasó Roberta: Beverly Hills.
En el punto más alto de la colina, donde se terminaba la calle, encontramos el portón de la casa. Habíamos llegado a la casa Sheats Goldstein, vivienda del billonario James F. Goldstein fanático de la NBA, popularmente conocida por ser donde se filmaron las películas Los Ángeles de Charlie y El Gran Lebowsky, además de diversas publicidades y eventos.
Con chocolates y vino en mano, cual primera cita, fuimos en busca de Roberta, quién con una cálida bienvenida nos recibió en su despacho. Grata e inesperadamente, haciéndonos sentir como en casa, nos hizo una extensa visita por toda la vivienda que además incluía la feliz autorización de tocar todo y la demostración de cuanto artefacto tecnológico hubiese.
Ella nos transmitió que la vivienda la diseñó el arquitecto John Lautner, discípulo de Frank Lloyd Wright en el año 1963 para la familia Sheats.
El actual propietario la compró casi 20 años después y contrató al mismo arquitecto para realizar remodelaciones y ampliaciones. Al fallecer el arquitecto, el proyecto pasó a manos de Duncan Nicholson quien hoy sigue realizando ampliaciones de la misma.
Tras atravesar un puente vidriado sobre un estanque con carpas abordamos la sala de estar cuyo singular artesonado del techo junto con las diversas perforaciones aleatorias le otorgan al espacio una singular ambientación, simulando las luces y sombras del sol a través de la vegetación.
Esta sala continúa hacia la terraza con piscina y fue escenario donde fueron filmadas algunas escenas de las películas mencionadas previamente.
[ Terraza y Sala de Estar. Sheats Goldstein Residence. Foto: Lali Cabrera ]
Pasamos luego por el comedor y la cocina, flanqueados por el patio interior por el cual accedimos y por el jardín tropical al exterior.
El Pollo, quien se entrometió a abrir la heladera, se decepcionó al solo encontrar champagne y uvas. "Obvio, no cocina" fue su frase fúlmine.
[ Cocina. Sheats Goldstein Residence. Foto: Lali Cabrera ]
Descendiendo llegamos al dormitorio principal donde hay una notable e impresionante vista hacia el valle de Beverly Hills sobre una esquina sin pilar la que, botón de por medio, pareciese simular una terraza techada ya que dicho accionar desplaza los vidrios existentes. Contemplamos también las pequeñas aberturas por las que se divisa el interior de la piscina que acabábamos de visitar. Esto último, por lo que nos contó Roberta, forma parte del diseño original y se concibió para que los propietarios anteriores pudiesen observar a sus hijos dentro de la misma mientras trabajaban en su estudio (actual dormitorio de James F. Goldstein)
[ Dormitorio principal. Sheats Goldstein Residence. Foto: Lali Cabrera ]
Posteriormente transitamos por el particular jardín diseñado por Eric Nagellman el cual posee la mayor extensión y diversidad de flora tropical de Los Ángeles. Algo destacable fue el particular comentario de Roberta sobre el transporte vía helicóptero de cada una de las palmeras que lo componen.
[ Jardín. Sheats Goldstein Residence. Foto: Lali Cabrera ]
Más adelante, debajo de la vivienda, inesperadamente ingresamos a una particular habitación; un espacio diseñado por el artista James Turrell (conocido también como el artista de la luz) denominado Sky Box. Por lo que nos transmitió nuestra guía, una de las funciones de dicha obra es poder contemplar el amanecer y el atardecer.
Además, existe un show de luces y sonido un tanto psicodélico que Roberta nos enseñó ya que dado el momento del día, no podíamos ver dicho espectáculo natural.
[ Sky Box. Sheats Goldstein Residence. Foto: Lali Cabrera ]
Finalizando la recorrida ascendimos al punto más elevado de la vivienda donde se ubica una cancha de tenis infinita con vista a la ladera de Beverly Hills y a gran parte de Los Ángeles. Se la denomina de este modo ya que parece estar suspendida en el aire. Roberta nos comentó que ese espacio se contrata para eventos diversos, acto seguido mencionó, con gratos y variopintos pormenores, que unas semanas atrás la cantante Rihanna había festejado su cumpleaños allí.
[ Cancha de tenis. Sheats Goldstein Residence. Foto: Lali Cabrera ]
Por último nos enseñó la ampliación que están llevando a cabo y nos mostró la maqueta y algunos renders que enseñan la vivienda finalizada.
Relativo a nuestra consulta sobre si existen visitas guiadas a la casa mediante reserva previa nos respondió que no; que esta oportunidad había sido una ocasión especial y extraordinaria acontecida por el llamado de su amiga Candace, pero que Goldstein tiene la intención de, el día que ya no la habite, abrir la obra como museo.
Luego de despedirnos de Roberta y de haberle agradecido una y otra vez por su gesto, nos volvimos con una sensación de felicidad infinita, extasiados por completo y entre risas y aplausos, aún sin poder creer todo lo que había sucedido.
A Roberta y a Candace, de parte de todos, un gigantesco GRACIAS.
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