De Osaka al Oeste. JAPÓN

Las vivencias y las asimilaciones que experimentamos en las dos intensas semanas que visitamos el maravilloso Japón fueron superiores a lo imaginado. De lo más destacado y rememorado de este viaje. 

"La gente de Japón es lo máximo, son lo más adorable que hayamos visto, casi nadie habla inglés pero no tuvimos problemas de comunicación porque se esfuerzan tanto que logran comunicarse como sea. Incluso si no pedís ayuda, ellos vienen a ofrecértela." señala Lali en sus notas.

[ Osaka por la noche ]

La primer semana nos alojamos en la ciudad de OSAKA, una de las ciudades más grandes de Japón, como enclave para movilizarnos a las demás localidades próximas. Destacamos mencionar que gracias a la tramitación previa del Japan Rail Pass, un "cartón" que nos habilitó a tomarnos casi cualquier línea de Shinkansen (tren de alta velocidad -una maravilla japonesa-) y todas las líneas JR, y gracias a la sobresaliente puntualidad y tecnología japonesa logramos, sin costo adicional, realizar viajes irracionales de 500 kilómetros para ver una obra al sur en la mañana y 1000 para ver otra en la tarde, algo totalmente impensable.

[ Shinsaibashi-Suji por la noche. Osaka ]

El primer día fuimos en busca de la renombrada Iglesia de la Luz (de Tadao Ando) en las afueras de Osaka, obra austera en materialidad donde la luz es el elemento protagonista.
Luego de haber caminado unas cuantas cuadras desde donde nos dejaba el tren JR, al arribar nos aguardaba un cartel que anunciaba que la misma estaba cerrada ese día. Algo semejante le sucedió al equipo docente cuando la visitaron junto con el resto de los alumnos. El anuncio sugería además, la reservación previa para realizar la visita.
Igualmente como éramos relativamente pocos pudimos recorrerla desde el exterior un largo rato antes que nos invitaran a retirarnos.


[ Iglesia De La Luz. Tadao Ando. 1989. Osaka ]


El siguiente día, por recomendación de un arquitecto macedonio que vive en Japón y que había conocido en otro viaje, hicimos 30 km hacia la ciudad de NARA donde aún perduran algunos templos antiguos insertos en el parque que lleva el nombre de la ciudad.


[ Nara ]


Asombrosamente allí residen, y en zonas aledañas hacia el centro de la ciudad, una gran cantidad de ciervos sika, los que se aproximan sin temor alguno en busca de comida, más aún si uno compró las galletas que se ofrecen en los puestos de venta a tales efectos.

  Todo esto sucede con el marco del Monte Wakakusa de fondo, al que se hace imprescindible su ascenso para divisar la ciudad desde lo alto. Se puede subir para contemplar el atardecer aunque esté cerrado ya que por lo visto no hay control alguno y la gente ingresa de igual modo, por lo que nos incluimos entre éstos. 

Por último, un lugar que no se puede pasar por alto son aquellas estructuras que forman parte del Templo Todai-Ji y se ubican al este del mismo, en la ladera del Monte Wakakusa:  Nigatsu-do y Sangatsu-do. Mencionamos que en este país no funciona la artimaña del carnet de prensa, ni la del carnet de estudiante.

 
[ Templo Todai-Ji. SVIII. Nara ]


Afortunadamente en uno de ellos, el Templo Todai-Ji pudimos presenciar una ceremonia budista por las víctimas del terremoto y tsunami de Japón del año 2011 y además, de yapa, en un marco de gritos y aplausos de niños, la obstrucción y el intento de expulsión por parte de padres y maestros de un persistente escolar robusto en el hueco de una columna cuyo paso, según pudimos entender, acarrea consigo la inmediata buena suerte.

Un día entero estuvimos en KYOTO, a 55 km de Osaka, única gran ciudad japonesa que no resultó bombardeada en la Segunda Guerra Mundial.
Para transitarla alquilamos bicicletas en la rentadora Nanakomachi sobre la avenida Karasuma Dori frente al templo Higashihonganji. Allí, por ser 14 personas nos rebajaron el precio en 100 yenes si mal no recuerdo. La desventaja es que el horario del local es de 09:00 a 19:00, en comparación al del centro comercial Yodobashi que cierra a las 23:00, pero las bicicletas eran mejores y había para todos nosotros.

Quedamos encantados con la ciudad. Las peatonales Teramachi-dori , Shinkyogoku-dori y las que flanquean el río Kamogawa son encantadoras. Estas últimas son especiales como para hacerlas en bicicleta. Más seductoras aún se vuelven por las noches cuando abren una cantidad de bares y restaurantes que balconean al río.

Pedaleando contrarreloj, de las variopintas obras a las que acudimos, destacamos la visita del Jardín de las Bellas Artes de Tadao Ando y el Santuario del Siglo VIII Fushimi Inari Shrine. El primero, es un museo al aire libre con diversas reproducciones de notables pinturas en cerámica, cuyos espacios se encuentran diseñados de tal forma que al transitar mediante rampas y puentes, se aprecian diversas visuales de un mismo espacio, así como también de las obras. Asimismo, mientras se desciende, el sonido del agua de las diversas cascadas que también la componen, se vuelve cada vez más intenso y te sumerge en el lugar olvidando el exterior transitado. Una concepción de museo totalmente dispar a la que acostumbramos.

[ Jardín de las Bellas Artes. Tadao Ando. 1994. Kyoto ]

El segundo, el Santuario Fushimi Inari Shrine es notable por sus más de 10.000 toris (portales  tradicionales japoneses de madera pintados de color naranja) que enmarcan el sendero al santuario de Inari, protector de las cosechas.


[Santuario Fushimi Inari Shrine. S VIII. Kyoto ]


Por recomendación de una compañera que viajó el año anterior y que nos dijo: “ahí está, para mí, una de las mejores obras del viaje”, armamos finalmente un itinerario para ir a dos islas pequeñas sobre el  Mar Interior de Soto a 200 Km de Osaka: TESHIMA y NAOSHIMA, pero ese hecho amerita un post particular.


[ Teshima Art Museum. Ryue Nishisawa. 2008-2010. Teshima ]

Con una mochila armada para dos días, dejamos las valijas en los lockers de la estación de tren de Osaka por 700 yenes (US$6 aprox.) y partimos a 750 kilómetros al sur oeste, al emblemático MONTE ASO donde se ubica un supervolcán activo de 1.500m de alto.
Honestamente, si bien el parque nacional es atractivo, como el volcán hace unos años se activó actualmente no se puede subir a la cima, lo que culminaría felizmente la visita.
 En resumen, el complejo turístico del Monte está muy venido a menos desde que el volcán se activó.
Independientemente, aprovechamos la visita para ascender a una de las elevaciones cuyo ascenso era tan empinado a tal punto que dolían las rodillas al cuarto de hora.

[ Monte Aso ]

De allí salimos justos para Osaka donde habíamos dejado las valijas a tomarnos el tren para TOKYO donde debíamos de llegar antes de las 23 o después de las 6 de la mañana porque el hotel que nos tocó alojarnos goza de toque de queda dado que se encuentra en 18 y 19 avo piso de un centro comercial. 

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