Grand Canyon National Park. ARIZONA. U.S.A.

Luego de una visita fugaz por la ciudad de Phoenix y algunas de sus obras, entre ellas la casa Talliesin West de Mies van de Rohe, partimos hacia el norte de Arizona a visitar el Grand Canyon.


Los paisajes y climas por los que se atraviesa al transitar las rutas de estas latitudes son muy variados. Al salir desde Phoenix predominaba lo árido y el calor. Para cuando llegamos al Cañón ya la vegetación se asimilaba a la de un bosque de coníferas y la temperatura había mermado mucho.

Existen varias formas de llegar al Gran Cañón. Nosotros lo hicimos por el sur, ingresando por la llamada South Rim Entrance. El costo es de US$ 25 por auto y es válido para 7 días, allí te entregan junto con un mpa, un folleto con recomendaciones varias. Lo más relevante de éste, para nosotros, fue la información sobre los senderos para hacer trekking al otro día, con sus distancias y grados de dificultad.

Existe un centro de visitantes, en el que además de cafetería y tiendas de recuerdos, hay un centro de información. En nuestro caso, la consulta sobre el sendero a tomar no dio buenos resultados así que nos tuvimos que contentar con la información del folleto.

Proyectan, en ese lugar, una película gratuita de pocos minutos sobre el yacimiento, que otorga una idea de la magnitud del lugar y narra el origen de su formación. Interesante.

Si bien existen autobuses gratuitos para trasladarse hacia los distintos puntos, preferimos hacerlo en auto. Así que con ayuda del folleto, el mapa y la aplicación MapsMe -que increíblemente tiene marcados hasta los senderos donde se desciende al Gran Cañón- visitamos esa tarde el Pipe Creek Vista e intentamos ver el atardecer en el Grandview Point Access Road, que de a ratos se vislumbraba entre las nubes.



Extasiados con el lugar, la inmensidad, sus colores, entre tantas otras cosas, fuimos en busca de un lugar donde dormir para volver por más al día siguiente.

Quedarse dentro del cañón es casi imposible y no es muy económico a menos que se reserve con mucha mucha antelación. Ya nos habían sugerido por la proximidad y economía, dormir en el pueblo de Tusayan (a unos 10 km del Gran Cañón) pero, según una recepcionista, al ser principio de temporada estaba todo completo. Lo único que restaba eran habitaciones dobles de US$200.

Recién a 90km, en un pueblo llamado Williams, recomendado por algunos recepcionistas, había disponibilidad y precios accesibles para estudiantes.

En la mañana siguiente intentamos averiguar por las demás actividades que podíamos realizar en el día, tiempo que le íbamos a destinar nosotros. Sobrevolar en helicóptero costaba unos US$250 los más baratos y el rafting por el río no tenía más disponibilidad de cupos y los horarios eran pocos. Así que finalmente optamos por elegir un sendero para descender.

Con comida y agua y bajo llovizna, con un clima que constantemente variaba de frío a calor, comenzamos a descender por el South Kaibab Trailhead, un sendero fácil de transitar en el que en poco tiempo se avanza bastante.



Luego de apreciar unas vistas maravillosas ya en la mitad del tiempo destinado decidimos emprender la vuelta, la que se hace bastante pesada pues, obviamente, es en subida.



Fue decir volver y comenzó a llover. Caminando sin parar, con lluvia y sol, frío y calor, nos detuvimos por un momento a descansar y en un instante de sol pudimos divisar un increíble arco iris sobre el valle.



Con ese increíble cierre condujimos hasta Las Vegas para pasar la noche, para luego emprender el viaje haciala ciudad de San Francisco.

Antes de finalizar, cabe mencionar la existencia de un parque al que nos quedaron muchas ganas de visitar, a unos 150 Km al norte del Gran Cañón que se denomina Antelope Canyon (Cañón del Antílope en español). Está situado en una reserva de indios navajos, que manejan las visitas ya que son exclusivamente guiadas. A pesar que las mismas las realizan una detrás de otra, con lo que prácticamente no deja espacio entre grupo y grupo, y que además te cobran en exceso por todo, igualmente nos comentaron que vale la pena, sin lugar a dudas.

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