Fallingwater House, o la Casa de la Cascada en español, es una de las obras más reconocidas del arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright.
Es una de las viviendas que se conocen en el primer año de facultad, con suerte antes si el profesor de Historia del Arte de 6to de liceo la incorpora a su programa.
Ya sea porque el profesor que la introdujo lo hizo con tal vehemencia que logró transmitir la “pasión” junto con la información o porque quien la estudió por sí solo se dio cuenta de lo que implica para el mundo de la arquitectura, el hecho es que todos viajamos ansiando conocer esa obra de este reconocido arquitecto, visionario en su tiempo.
La casa fue diseñada para una familia acaudalada de comerciantes, los Kauffman, donde en un entorno natural único Wright logra una obra que encuentra su perfecto equilibrio con el sublime ambiente que la rodea.
La casa fue diseñada para una familia acaudalada de comerciantes, los Kauffman, donde en un entorno natural único Wright logra una obra que encuentra su perfecto equilibrio con el sublime ambiente que la rodea.
Considerado por muchos como el mejor arquitecto norteamericano de todos los tiempos, Wright diseñó esta casa, construida entre 1936 y 1937, sobre una cascada natural. Se transformó en un ícono de la arquitectura mundial luego de ser tapa de la revista Time en enero de 1938.
Para describir lo que vimos y sentimos les dejamos el texto que nuestra amiga y compañera de viaje, Lali, hizo al salir de la casa, luego de determinar entre todos, ese día, como el mejor de lo que iba del viaje.
Realmente alucinante, cumplió mis expectativas y mucho más. Es increíble ver como una obra de esa época sigue siendo tan moderna. Me impactó la simplicidad, la domesticidad, la riqueza de los detalles constructivos. Es impresionante ver cómo no se le escapaba nada, todo está absolutamente pensado, pensado para gente real, desde el vivir y la conexión con la naturaleza. Las ventanas sin marcos contra el muro de piedra que hacen que el muro interior y el exterior sean el mismo. Las ventanas hacia la esquina que se abren completamente haciendo que se diluya totalmente la barrera interior – exterior.
El sonido de la cascada desde adentro y desde afuera. La escalera que desciende desde el living hacia el agua, para sentarse a pescar o a contemplar la naturaleza. Las terrazas acompañando cada uno de los espacios y obteniendo el protagonismo respecto de los dormitorios.
La baja altura de los espacios que genera una proporción perfecta de los volúmenes. Se perciben las horizontales perfectamente y continúan las visuales. La altura de los dormitorios genera una sensación de calidez y contención muy fuerte. El dormitorio es pensado como un espacio secundario, donde descansar, pero lo realmente importante es la conexión con la naturaleza.
Los sonidos, los colores, las vistas, los detalles, cada una de esas cosas hacen de esta obra una experiencia alucinante. No solo en el sentido de los visitantes, sino en cómo se debe haber vivido desde sus ocupantes.
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