Luego de arribar con algunas horas de retraso y tener que esperar a algunos compañeros que tuvieron que abordar después por un cambio de avión, llegamos al aeropuerto de La Guardia.
Allí compramos el pase libre para diversos transportes llamado "MetroCard" por 7 días por US$31 (el boleto individual del subte sale US$ 2,75)
Desde el aeropuerto sale el bus M60 (M=Manhattan) que pasa al norte del Central Park y de allí, en la estación de metro más cercana, se puede conectar con diversas líneas hacia, prácticamente, cualquier lugar.
Al llegar a la estación más próxima a nuestro apartamento y salir al exterior, la cantidad de luz y el movimiento continuo nos indicó que habíamos llegado a Times Square, en el corazón de Manhattan.
[ Times Square ]
Si bien todos teníamos una idea de Nueva York por la cantidad de información que recibimos de ella a través de los medios, nos sorprendió en general por lo cosmopolita, por su crisol cultural, por las multitudes -que se incrementan aún más los fines de semana-, por su velocidad y vorágine y por un sin fin de elementos más.
El primer día, al atardecer, fuimos rumbo al Empire State. Al llegar, si bien el mapa nos indicaba que estábamos en el lugar correcto, no lo divisábamos. Al alejarnos una cuadra recién pudimos apreciar el remate del edificio. Eso nos sucedió con varias obras más.
Subimos al piso 86 (US$32). Si van más de 20 personas juntas te hacen un pequeño descuento, no mucho, para visitar el último mirador (piso 102)
Ver la transición día - noche fue algo muy bonito.
[ Empire State. Piso 82. Vista hacia el Sur ]
La ciudad es fácilmente transitable y por el tipo de trazado urbanístico y la nomenclatura de las calles (son calles y avenidas paralelas en gran parte y llevan como nombre números correlativos) resulta muy sencillo ubicarse y dirigirse hacia donde uno quiera.
El Metro es muy rápido y en muy poco tiempo se llega a cualquier punto de la isla y a sus alrededores.
Asimismo, algo que nos impresionó, fue la diversidad de los barrios de Manhattan al trasladarnos de un punto al otro. Si bien, creemos, la esencia es la misma.
[ Barrio Pequeña Italia ]
Aprovechando uno de los días que estuvo un poco caluroso (unos cuantos días hizo bastante frío y tuvimos que comprar camperas antes de lo esperado) fuimos a Staten Island en un Ferry gratuito que sale desde State Street al sur de la isla.
El paseo es atractivo. Lo mejor es, apenas se sube al barco, ir a la popa y salir hacia afuera. Allí se aprecia mucho mejor el skyline de Manhattan y se ve la icónica Estatua de la Libertad.
Si se puede descender al piso inferior, mejor aún porque así se evita la muchedumbre de turistas buscando una selfie.
[ Ferry Staten Island - Manhattan ]
En cuanto a Staten Island, en nuestro caso nos resultó un lugar un poco soso, tal vez sosísimo.
En lo que concierne a arquitectura, visitamos una infinidad de obras, entre ellas, el icónico Seagram Builiding del Arq. Mies Van Der Rohe. Mies fue un famoso arquitecto alemán miembro de la escuela Bauhaus.
[ Seagram Building. Mies Van Der Rohe & Johnson. 1958 ]
También visitamos The Guggenheim Museum de Frank Lloyd Wright, el MOMA (Museum of Modern Art) de Yoshio Taniguchi y el New Museum of Contemporary Art de Sanaa.
A los tres se puede acceder gratuitamente con carnet de prensa, aunque si ese día ya ingresaron varios estudiantes uruguayos con la misma historia, las preguntas de los empleados se incrementan.
[ Museo Guggenheim. Frank Lloyd Wright. 1943-1956 ]
Si se quiere economizar, el primer museo tiene entrada gratis (en realidad se dona lo que uno quiere) los sábados de 17:45 a 19:45, el segundo museo los viernes es gratis todo el día (aunque a veces hay un fila que da la vuelta al edificio) y al último los jueves de 19 a 21 se puede entrar con una donación (recomiendan US$2 c/u). Al de Sanaa, si no les cautivan las muestras de arte contemporáneo, con ver solo el exterior y el hall ya alcanza.
Las plazas y sobre todo los parques de Manhattan nos resultaron una pausa de la vorágine de la ciudad. Algunos, como el Paley Park, se encuentran casi escondidos entre los edificios.
[ Paley Park. Zion & Breen. 1967 ]
Cabe mencionar que en los primeros siempre hay WiFi gratis, al igual que en los museos. El WiFi es muy rápido y accesible tanto desde lugares públicos, en restaurantes, como en algunos transportes (el Ferry a Staten Island es uno de ellos)
Para visitar el Central Park acudimos al alquiler de bicicletas ya que es inmenso y a pie se necesitan varios días para recorrerlo.
Ingresando al parque, con uno de los promotores del servicio, conseguimos 8 bicicletas para todo el día por US$20 c/u. Si bien nos dijeron que venían con canasto, candado y demás artilugios, al momento de retirarlos solo algunos lo tenían. Independientemente de ello, vale la pena.
Otro parque que nos sorprendió gratamente fue Prospect Park en Brooklyn con sus cherry blossoms en flor y la multitud realizando actividades diversas ese fin de semana soleado.
[ Prospect Park. Las Olmsted y Calvet Vaux. 1867 ]
Se tiene unas vistas de Manhattan muy buenas desde el Four Freedoms Park en Roosevelt Island (diseñado por el Arq. Luis Kahn en 1973). Al mismo se accede mediante un teleférico que se paga con la misma MetroCard que compramos.
Es muy recomendable hacer el viaje en el teleférico ya que se eleva entre los edificios y se divisa de un forma muy particular la isla.
[ Teleférico Roosevelt Island - Manhattan ]
Por último, mencionar The High Line, un extenso jardín lineal de algo más de 2 km de longitud, que se desarrolla sobre una antigua vía férrea elevada. Imperdible.
[ The High Line. Scofidio & Renfro. 2009. 2011 ]
Este ejemplo, y una gran cantidad de otros, nos fue sugerente en cuanto a la utilización y aprovechamiento de todos los espacios y niveles que, por lo visto, se permiten en Manhattan.
Luego de una activa semana en Nueva York partimos rumbo a Philadelphia para ver, entre otras cosas, la tan esperada Casa de la Cascada de Frank Lloyd Wright.
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